Alergia Proteína de la leche

12/1/2015
  • Personal
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Puede que algunos me conozcáis en persona, no solo por mi alter ego (Smurf Dad), pero si me seguís en Twitter sabréis que suelo retwittear bastantes cosas relacionadas con las alergias alimentarias, en especial, con la alergia a las proteínas a la leche de vaca (APLV). En la vida real soy padre de un niño que padece esta alergia.

En este post y alguno más que estoy preparando voy a intentar dar un poco de luz sobre ella, aunque seguramente si buceáis un poco por internet encontrareis mucha más información al respecto y mucho más científica, con este post quiero sensibilizar sobre esta alergia contando mi experiencia.

Mi hijo tiene actualmente 4 años y medio, pero cuando tenía 3 meses descubrimos que era alérgico a las proteínas de la leche de vaca, fue por casualidad, un día le dimos un biberón de formula y lo tomó perfectamente, le encanto, siempre ha sido un niño que come especialmente bien. Un día se quedo con los abuelos y les encargamos que le diesen un biberón de fórmula para una toma a la que mi mujer no podía acudir, los abuelos le prepararon el biberón con total normalidad, calentaron el agua, le pusieron los polvitos correspondientes, agitaron y comprobaron que no quemaba. El niño se tomo tu biberón de un trago, como suele comer él, pero alrededor de la boca comenzó a ponerse todo rojo brillante y el enano vomitó lo que había comido, el primer pensamiento de los abuelos fue pensar que se habían colado con la temperatura del agua y que habían “escaldado” al niño, corriendo se lo llevaron a la pediatra para que lo examinara y esta les indico que no le habían quemado. El vomito lo achacaron a que los bebes vomitan y es un acto normal en ellos. Esa tarde, el niño estaba apagado, mimoso, se veía que no se encontraba bien pero pensamos que era debido al mal cuerpo que se te queda al vomitar, las cacas (si los padres siempre estamos mirando hasta esas cosas) no eran normales, blandas y con un olor a leche rancia, pero claro, si había vomitado podría deberse a que tendría mal las tripas.

Pasaron los días, el niño no volvió a estar mal y en otra ocasión, tuvimos que darle otro biberón de formula, el pobre niño tomo su biberón y al cabo de pocos minutos vomito, de una manera que parecía una fuente, como padres primerizos pensamos que se había puesto malo de la tripa y que eran cosas que pasan con los niños. Esa tarde, viéndolo ahora desde la distancia, paso como la vez anterior, el pobre hecho una piltrafilla, apagado y mimoso. Como se recupero enseguida, no le dimos más importancia, los niños se ponen malos de repente.

Y llego un día que teníamos una comida familiar, el niño se encontraba bastante “pesado” porque se acercaba la hora de comer, así que pensamos en darle un biberón y mientras nos dirigíamos a la comida intentar dormirlo para así poder comer tranquilamente. Cuando le acercamos el biberón a la boca, mi hijo lo rechazaba y lloraba enfadado. “No le gustara pensamos” y tras varios intentos infructuosos decidimos cambiar el plan, mi mujer le daría el pecho al llegar a la comida e intentaríamos dormirlo. Cuando nos disponíamos a vestirle, nos dimos cuenta que donde le había salpicado la leche del biberón se había puesto rojo con unos habones blanco, estábamos seguros que el biberón estaba a una temperatura correcta y que no le habíamos quemado, de repente nos vino una idea a la cabeza, “¿Y si es una reacción alérgica a algo?” no habíamos oído nunca algo parecido pero ese pensamiento nos vino a la cabeza y por miedo a que así fuese corrimos a urgencias (Gracias a la feliz idea) allí le examinaros y le hicieron un análisis que así nos confirmo que era alérgico a las proteínas de la leche de vaca.

Tras el primer shock, hablamos con su pediatra y nos explico que es una alergia bastante común en lactantes, que a la mayoría de los niños se les suele pasar entre los 18 meses y los 2 años (algo que en nuestro paso aun no ha pasado). Otra cosa interesante que nos conto, es que aunque el nombre se refiere a la leche de vaca, las proteínas que provocan la reacción alérgica, no solo están presente en la leche de las vacas, las leches de cabras, ovejas, búfalas… también presentan estas proteínas y que la diferencia entre la alergia y la intolerancia (aparte del tecnicismo de mediado IgE o no mediado IgE) es que con la primera puedes morir y con la segunda es más difícil. Por último, le hicimos la pregunta del millón (por las veces que he tenido que contestar desde ese día a familiares y amigos) las proteínas y la lactosa no es lo mismo, esta última es un azúcar y a la cual se le suele tener intolerancia.

Tras la conversación el siguiente paso que hicimos fue buscar en internet información sobre la alergia y descubrimos que la leche o los derivados lácteos se encuentra en una inmensa cantidad de alimentos que nunca pensábamos, por ejemplo, jamón york, chorizo, salchichón, pan (sí, el pan también tiene leche o derivados lácteos), galletas, pastillas de caldo, caldo envasado… Una cantidad tan grande que pensamos que iba a comer el niño cuando dejase la lactancia materna. Por suerte, comenzamos a encontrar un montón de personas que habían pasado anteriormente por ello y aprendimos las pautas básicas, lo que significaban que los alimentos pudiesen tener trazas, lo que es una contaminación cruzada, como preguntar a los diferentes fabricantes para que nos indicasen si un producto era apto para el niño o no.

En próximos posts, os iré comentando productos aptos que hemos encontrado, “anécdotas” preguntando a servicios de atención al cliente y otros pasajes al respecto.

Por último, si sois padres de un niñ@ con alergia y me permitís un consejo, no os fieis de nadie, ni de pediatras, ni otros padres, ni dietistas… Verificad todo personalmente, podéis apoyaros en experiencias de otras personas pero cada persona es un mundo y cada uno tiene unos niveles diferentes.